El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio información ultrasecreta sobre el Estado Islámico (IS, según sus siglas en inglés) al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y al embajador de ese país en Washington Sergei Kislyak, según informa hoy el diario The Washington Post citando a fuentes de los servicios secretos de EEUU. La información dada por el presidente era relativa a los planes del IS para llevar a cabo atentados en aviones de pasajeros con bombas escondidas en ordenadores personales.
El consejero de Seguridad Nacional de EEUU, H.R. McMaster, ha negado la veracidad de la información del Post que cita a fuentes conocedoras de la situación que afirman que el presidente “le dio una información al embajador ruso que no compartiríamos con nuestros aliados”. Cualquier persona que no sea el jefe del Estado podría acabar en la cárcel por dar esa información a un país considerado rival de EEUU, según el diario.
El conocimiento del complot hizo que EEUU y Gran Bretaña prohibieran el 21 de marzo a los viajeros de todos los vuelos procedentes de 10 países de Norte de África y Oriente Medio llevar en la cabina de pasajeros dispositivos electrónicos “de tamaño mayor que un teléfono móvil”. Eso implica que, desde entonces, ordenadores personales, tabletas, reproductores de DVD y CD, cámaras fotográficas digitales, y consolas de videojuegos deben ser facturados y guardados en bodegas. En los últimos días, EEUU ha declarado que está estudiando imponer restricciones similares en vuelos con Europa.
El presidente dijo a sus interlocutores “tengo muy buena inteligencia. Tengo a gente que me da muy buena inteligencia a diario” y, a partir de ahí, empezó a describir el complot del IS en detalle, y también dijo la ciudad del territorio controlado por el grupo terrorista en el que el plan fue detectado. Eso, de acuerdo con The Washington Post, podría poner en peligro a la fuente que dio la información. Igualmente grave es otro detalle divulgado por el periódico: el chivatazo sobre el plan del IS no lo obtuvo EEUU, sino “un aliado” de ese país, que podría ser un grupo político, una organización armada, o un Gobierno. De ser cierta la espectacular falta de discreción de Trump, la colaboración con ese “aliado” podría quedar comprometida. El encuentro de Trump con Lavrov y Kislyak se produjo un día después de que el presidente estadounidense hubiera destituido al director del FBI, James Comey, que estaba investigando los vínculos entre el jefe del Estado y del Gobierno de EEUU y sus asesores y el Gobierno de Vladimir Putin.