TECNOLOGÍA

¡PREPARAN PRIMER TRANSPLANTE DE CABEZA!

Valery Spiridonov es un ingeniero y emprendedor ruso de 31 años con atrofia Werdnig-Hoffmann, y está haciendo una apuesta donde a simple vista tiene todo para perder.

Pero, a sus 31 años, este emprendedor ruso también sabe que precisa medidas extremas, pues cada día vive con la amenaza de que su cuerpo enfermo mate el único órgano que de verdad le importa: su cerebro.

Por eso quiere ser la primera persona de la historia en someterse a un trasplante de cabeza, a pesar de los altos riesgos.

Sabe que será una suerte de conejillo de Indias en un procedimiento quirúrgico de extrema peligrosidad, en el que decenas de médicos deben cumplir cada paso sin margen de error, desde la anestesia inicial hasta el fin de la operación, 36 horas después.

Es consciente de que, para que todo vaya bien, su cabeza y el cuerpo del donante no deben rechazarse mutuamente, y que tendrá que superar un mes en coma y un año de fisioterapia.

También entiende que, aunque todo esto se cumpla con un grado de precisión y coordinación asombrosos, igual después deberá superar el impacto psicológico y social de vivir con un cuerpo ajeno, de ser lo que algunos considerarán como el monstruo de Frankenstein del siglo XXI.

Según el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, debido al desarrollo de problemas respiratorios serios, las personas con Werdnig-Hoffmann mueren en los primeros años de vida. Por eso los médicos creen que Spiridonov debería haber muerto años atrás.

Para el ruso no es viable la solución de un exoesqueleto porque, debido a su enfermedad, tiene la espina dorsal curva, dice.

De niño Spiridonov ya entendía que su diagnóstico era algo irreversible y permanente. “Crecí bajo condiciones muy difíciles, sabiendo que de alguna forma tenía que construirme mi futuro”, cuenta.

En su infancia desarrolló un gran amor por la ciencia ficción, el cual derivó en su actual pasión por la ciencia y la tecnología.

Spiridonov es ingeniero y dirige una compañía de desarrollo de software con especial énfasis en materiales educativos.

En la década de los 70, el cirujano estadounidense Robert White pasó a la historia por realizar con éxito trasplantes de cabeza en monos.

Con sólo 10 o 12 años, Spiridonov leyó sobre los experimentos de White: “Por ser un niño interesado en la tecnología y ciencia ficción, para mí el reemplazo completo y total de todas las partes del cuerpo que no funcionaban sonaba interesante y lógico”.

No obstante, White luchó hasta su muerte en 2010 para conseguir financiación para estas investigaciones tan alabadas como criticadas.

Hoy en día el principal sucesor de White es un excéntrico neurocirujano italiano de 51 años llamado Sergio Canavero, que se autodenomina “Doctor Frankenstein”.

Algunos piensan que este trasplante representa la próxima frontera de la medicina y que Canavero es un visionario.

Otros opinan que se trata de un sádico o un loco montando lo que califican como una estafa elaborada, una eutanasia muy cara o un simple asesinato.

Spiridonov, en cambio, pensó: “esta es mi oportunidad”. Se puso en contacto con Canavero y su equipo internacional de médicos y consiguió ser el primero en la lista de conejillos de Indias.

El dinero es justamente uno de los mayores inconvenientes para el ruso.

De acuerdo con The Atlantic, si no llega a recaudar la cantidad necesaria, “Spiridonov podría perder su número uno en la lista en favor de un paciente chino, especialmente si el gobierno de China financia el proyecto”.

El primer paso rumbo a la operación será conseguir el cuerpo de un donante con muerte cerebral y compatible con Spiridonov.

A pesar de que Canavero y su equipo aseguran que hay estudios científicos que demuestran cómo realizar de forma exitosa cada paso de esta compleja operación, jamás se han hecho todos juntos.

Incluso si la operación llegara a salir bien, los médicos ni siquiera saben si el cerebro de Spiridonov sabrá cómo darle órdenes al cuerpo para caminar o realizar otras acciones que jamás ha desarrollado.

A pesar de que piensen que “no tiene que cambiar”, los amigos y familiares del ruso lo apoyan en su decisión de hacerse el trasplante de cabeza.

“Por supuesto que piensan que no necesito cambiar, que estoy perfectamente bien tal como soy. Pero igual me ayudan cada día en lo que considero que es importante para mí”, indica Spiridonov.

Comentarios de Facebook