Cada vez se hacen más frecuentes los hallazgos de exoplanetas, aquellos que se descubren fuera del Sistema Solar. Entonces ¿por qué los astrónomos están tan entusiasmados con la novedad que encontraron girando alrededor de la estrella enana roja Ross 128, en la constelación de Virgo?
Porque Ross 128b, como se llama el nuevo planeta, parece tener condiciones similares a las que hacen posible la vida en la Tierra.
“Las propiedades particulares de este sistema implican que estamos haciendo un pequeño aporte a la búsqueda de una Tierra 2.0”, dijo a CNN Nicola Astudillo-Defru, coautor del estudio publicado en la Revista de Astronomía y Astrofísica que presentó al nuevo cuerpo celeste. El científico de la Universidad de Ginebra integra el equipo que hizo los descubrimientos desde el Observatorio La Silla, en Chile, con el gran telescopio de búsqueda planetaria (HARPS) del Observatorio Austral Europeo.
Ross 128b tiene aproximadamente el mismo tamaño que la Tierra: su masa equivale a 1,35 veces la de este planeta. Se halla a 11 años luz (es decir a más de 100.000 millones de kilómetros), pero como la estrella se mueve, se estima que podría ser el vecino más cercano al Sistema Solar en 79.000 años.
También se cree que este nuevo exoplaneta puede tener una temperatura de superficie similar a la de la Tierra, lo cual lo convertiría en un mundo capaz de albergar vida. Cada 9,9 días completa una órbita alrededor de la estrella enana roja: si bien eso sucede porque se halla 20 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol, las enanas rojas son las más frías y débiles del universo y, por eso, la temperatura del planeta se mantiene entre —se estima— entre -60 y 20 grados centígrados.
Pero la característica del sistema que más entusiasmó a los astrónomos es otra. “Ross 128 es una de las estrellas más tranquilas del barrio”, dijo a The New York Times Xavier Bonfils, el autor principal del estudio e investigador del Instituto de Planetología y Astrofísica de Grenoble, Francia.
Sucede que las enanas rojas —como, por ejemplo, la que anima el sistema Trappist, de siete planetas del tamaño de la Tierra— suelen tener erupciones violentas de radiación que podría eliminar la vida apenas comienza, antes de que se pueda estabilizar. Es el caso de Proxima Centauri, que llena de radiación el planeta potencialmente habitable más cercano hasta ahora, Proxima b. Pero Ross 128 es tranquila, sin esas erupciones que “podrían esterilizar la atmósfera del planeta”, observó Bonfils.
Queda por entender mucho antes de establecer si Ross 128b podría albergar vida como que se conoce en la Tierra. Por ejemplo, determinar la presencia de biomarcadores en su atmósfera.
Bonfils confía en que la próxima generación de grandes telescopios podrían identificarla presencia de determinadas moléculas alrededor de esta potencial Tierra 2.0: “Sería bastante fácil buscar oxígeno en la atmósfera de un planeta así”, ilustró.