El gobierno y la oposición de Venezuela volverán a medir fuerzas este domingo en las elecciones de gobernadores, en un país golpeado por cuatro meses de violentas protestas y hundido en una severa crisis económica y política, sin que se vea aún una posible solución.
Unos 18 millones de venezolanos están llamados a elegir a las máximas autoridades de los 23 estados del país, entre denuncias de irregularidades y la frustración de muchos que exigieron en las calles comicios generales, con la expectativa de sacar al presidente Nicolás Maduro del poder.
El chavismo cuenta ahora con 20 de las 23 gobernaciones, pero los sondeos vaticinan que la MUD les puede arrebatar de 13 a 18 estados si se alcanza el 65 por ciento de voto nacional.
El cierre y la nueva ubicación a kilómetros de distancia de casi 300 centros electorales para dificultar el voto a más de 700 mil ciudadanos en zonas opositoras han provocado la reacción en las filas del antichavismo, justo el efecto contrario al buscado por la revolución.
Ante esta situación, los opositores a Maduro están creando grupos en las redes sociales para organizar la logística del transporte.
La estrategia electoral tiene un doble objetivo: dificultar el voto de los que ya están convencidos de hacerlo y desalentar aún más a los que han flirteado con la abstención desde el comienzo de la campaña.
Estamos ante una nueva violación, que se suma al grueso expediente fraudulento de las rectoras del CNE, denunció el alcalde del municipio Baruta, Gerardo Blyde, jefe de la campaña opositora.
La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ha extremado su campaña de comunicación, movilizando a sus dirigentes para que pongan en marcha una red de transporte hasta los nuevos centros electorales.
Nunca antes un resultado electoral tuvo una descripción matemática tan sencilla: de producirse una amplia abstención, los números del descontento pueden diluirse y dar cabida a la capacidad de movilización y aglutinamiento del gobierno, resumió el politólogo Piero Trepiccione.